¿Te ha pasado alguna vez que estás aparentemente bien y de repente te echas a llorar sin saber por qué? Durante un entrenamiento, una sesión de yoga, tomando algo, viendo una peli… en cualquier sitio donde no tiene sentido para ti esta reacción. Todo va bien, nos sentimos bien, estamos enfocados en otro punto de nuestra vida y, sin embargo, no podemos evitarlo, nos invaden emociones de tristeza.

Si te ha pasado quizá hayas pensado que eres demasiado emocional, que no te entiendes o que te pasa algo malo… Por desgracia, este tipo de pensamiento son los más comunes cuando algo se escapa de nuestra compresión. Pero, para nada. Las emociones son un gran desconocido para nosotros y, por eso, a veces nos falta la comprensión que necesitamos. No hemos recibido educación emocional y nos faltan herramientas para comprendernos. No debemos culpabilizarnos por ello. Además, tiene fácil solución: terapia y trabajo emocional.

Si te ha pasado algo similar, quizá es porque tengas alguna emoción atrapada ¿Conocías este término?

¿Qué son las emociones atrapadas?

Muchas veces nos encontramos ante una situación muy complicada y dolorosa. Las emociones que sentimos en este momento nos sobrepasan y nos han educado para pensar: “no pienso llorar más”, “estoy perfectamente, no me pasa nada”. Nos empeñamos en auto convencernos de que estamos bien porque creemos que está mal sentir dolor y encontrarnos mal. Y, es entonces cuando las evadimos. Pasamos por encima de ellas como si fuesen algo que pudiésemos ignorar, como si por no atenderlas fuera a desaparecer el problema.

Y es aquí cuando aparecen nuestras amigas las emociones atrapadas.

Las emociones siempre tienen un significado. Nos duelan más o menos ninguna es mala. Es la forma que tenemos de comunicarnos con nosotros mismos. Y, por eso, debemos escucharlas.

Las emociones atrapadas son emociones que se nos han encapsulado por no atenderlas correctamente. Estas emociones necesitan abrirse camino hacia nosotros mismos y su forma de salir se traduce en reacciones fisiológicas. Algunos ejemplos de esto son: tensión muscular, dolores físicos, insomnio, nerviosismo, cansancio…

Pero… si es algo mental, ¿por qué me afecta en el cuerpo? Porque sentimos a través de él, las expresamos con él. Porque nuestro cerebro nos avisa a través de él de que algo no va bien. Vamos que nos manda alarmas para que atendamos lo que está ocurriendo.

¿Cómo nos afectan las emociones atrapadas?

Ya hemos dicho que cuando tenemos emociones atrapadas, esto puede traducirse en síntomas físicos. Esto se llama somatización. Se trata de un síntoma físico provocado por una causa mental. Un ejemplo muy claro de esto es la ansiedad: cuando sufrimos de ansiedad un síntoma muy común son los dolores en el pecho, la falta de aire al respirar, el ritmo cardiaco acelerado…

En los casos más graves, estas emociones aparecen relacionadas con un trauma y los síntomas pueden ser más graves. Una vivencia vital que nos ha marcado negativamente y no hemos sido capaces de procesarla correctamente.

 

¿Cómo solucionamos esto? Con autoconocimiento y autocuidado.

Lo primero es saber identificar qué señales nos envía nuestro propio cuerpo. Después, debemos saber comprender por qué aparecen estas emociones y aprender a darle salida. Expresarla, respetarla y darnos espacio y tiempo para sanarla. Sin juzgar la emoción, sin castigarnos por sentirla.

Como es normal no tener las herramientas necesarias para conseguir esto, en Scala te recomendamos que acudas a terapia. La ayuda profesional te ayudará a conocerte y comprenderte mucho mejor. Te dará las herramientas de gestión emocional que necesitas y se convertirá en un espacio seguro para sentirlas.