El verano, con su ritmo más pausado y sus días largos, parece el escenario perfecto para el disfrute familiar. Sin embargo, muchas familias se sorprenden cuando, en medio de unas vacaciones aparentemente ideales, surgen enfados, rabietas y mucha frustración. Y es que, aunque parezca paradójico, el verano también puede ser un terreno emocionalmente desafiante para los más pequeños.

¿Por qué se frustran tanto los niños en vacaciones?

Durante el curso escolar, la rutina marca el ritmo del día a día. Todo está más o menos estructurado: los horarios, las actividades, las normas… Y eso, aunque a veces parezca rígido, les da seguridad. En verano, en cambio, muchas de esas estructuras desaparecen. Hay más libertad, más imprevistos, y también más momentos de aburrimiento o de «no saber qué hacer». Y eso, para muchos niños, puede resultar abrumador.

Además, en verano suelen cambiar los espacios, las personas que les rodean, e incluso las normas (lo que se permite en casa de los abuelos no siempre es lo mismo que en casa). Todos estos cambios, aunque sean positivos, pueden generar una cierta sensación de descontrol. Y cuando un niño no sabe bien cómo manejar lo que siente, la frustración aparece fácilmente.

La frustración también se entrena

La tolerancia a la frustración no es algo con lo que se nace, sino que se aprende y se entrena. Acompañar a nuestros hijos en este proceso es parte del trabajo emocional que hacemos como madres y padres.

Pero, ¿cómo hacerlo sin caer en sermones ni en enfados?

Algunas pautas para acompañar la frustración en verano

1. Validar lo que sienten, sin minimizarlo

Aunque el motivo nos parezca «una tontería» («no quería ponerse crema», «no le dejaron elegir el sitio en el coche», «se acabó el helado que quería»), para ellos es importante. Y si lo que sienten es rabia o tristeza, necesitan sentir que es legítimo. Validar no es dar la razón, es decir algo como: «Entiendo que te dé rabia que se haya acabado ese helado», o «Veo que esto te ha enfadado mucho». Poner palabras a lo que sienten es parte de su educación emocional.

2. Anticipar situaciones que puedan generar malestar

A veces los enfados vienen porque algo les pilla por sorpresa. Si sabemos que vamos a cambiar de planes o que toca esperar (en una cola, en el coche, en un restaurante), podemos avisarles antes: «Hoy vamos a estar un rato esperando, ¿qué se te ocurre que podemos llevar para entretenernos?«

3. Dar opciones dentro de unos límites claros

Ofrecerles pequeñas decisiones puede ayudarles a sentir que tienen algo de control: «Hoy toca ponerse crema solar, ¿prefieres que lo hagamos en el baño o aquí en la terraza?« Esto no significa ceder a todo, sino permitir que participen dentro de unos marcos que les den seguridad.

4. Enseñar que aburrirse también está bien

En vacaciones, el aburrimiento aparece. Y aunque a veces eso desemboque en frustración, también es una oportunidad para fomentar la creatividad y la autonomía. Podemos decir algo como: «Entiendo que no sepas qué hacer ahora. A veces aburrirse un poco ayuda a que se nos ocurran cosas nuevas. Estoy aquí si necesitas ayuda.»

5. Ser modelo

La mejor forma de enseñar gestión emocional es practicándola. Si nosotros mismos perdemos la paciencia constantemente o reaccionamos con gritos, será difícil que ellos aprendan a hacerlo de otra forma. Mostrar cómo manejamos nosotros la frustración (con palabras, respirando, alejándonos un momento…) les da una referencia concreta y real.

Acompañar no significa evitar toda frustración

Es natural querer que nuestros hijos estén bien, y muchas veces eso nos lleva a evitar todo malestar. Pero lo cierto es que aprender a tolerar la frustración, entender lo que uno siente y encontrar formas de calmarse, son herramientas que les servirán mucho más que cualquier solución inmediata.

Y el verano, con todos sus cambios, puede ser una buena oportunidad para seguir entrenando estas habilidades desde el cariño, la paciencia… y también desde los inevitables momentos difíciles.

Si te preocupa cómo está gestionando tu hijo las emociones este verano, en Scala Psicología podemos ayudarte. Estamos aquí para acompañarte a ti y a tu familia en este camino de comprensión, crecimiento y calma.


Resumen de privacidad
Logo Menu

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Cookies necesarias

Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.

Analítica

Esta web utiliza Google Analytics para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares.

Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.