Todavía estás de vacaciones. O quizá te quedan unos días. Pero en lugar de disfrutar, ya estás pensando en lo que viene después: la vuelta al trabajo, los horarios, los correos, los
madrugones. Y, sin darte cuenta, ese pensamiento empieza a teñir tus días de descanso. La cabeza se va al futuro… y aparece la angustia.
Esto tiene nombre: ansiedad anticipatoria. Y sí, es más común de lo que parece.
¿Qué es exactamente la ansiedad anticipatoria?
Es esa sensación de inquietud, malestar o agobio que aparece antes de que algo ocurra. No porque esté pasando ahora, sino por lo que crees que va a pasar. En este caso, la mente se adelanta a la vuelta a la rutina, y empieza a imaginar todo lo que “tendrás que hacer”, “no vas a poder con todo”, o “será insoportable”.
Aunque aún estés en la playa o en casa, mentalmente ya estás respondiendo correos, corriendo por la mañana o apagando el despertador con desgana.
¿Por qué nos pasa esto?
Hay varios factores que influyen en la ansiedad anticipatoria:
- Porque durante las vacaciones desconectamos del modo automático… y volver cuesta
- Porque a veces el trabajo nos exige demasiado y sabemos que nos espera una carga alta
- Porque hay cosas que no nos gustan de nuestra rutina, y nos duele retomarlas
- Porque nos cuesta estar en el presente, y el “y si” se convierte en un hábito mental
El cuerpo lo vive como si ya estuvieras ahí, y reacciona: con insomnio, con nervios, con irritabilidad, con pensamientos que no se apagan.
¿Se puede hacer algo para que no se coma tus vacaciones?
Sí. Aquí van algunas ideas que pueden ayudarte a gestionar esa ansiedad anticipatoria y que el final del verano no empañe tu descanso:
1. No te pelees con lo que sientes
Sentir algo de angustia por la vuelta no significa que no hayas descansado bien o que seas débil. Es normal. Validarlo es el primer paso para poder regularlo.
2. Nómbralo: “esto es ansiedad anticipatoria”
Cuando identificas lo que te está pasando, dejas de sentir que el problema eres tú. Puedes decirte: “mi mente se está adelantando otra vez. No es una urgencia, es una anticipación”.
3. Vuelve poco a poco
Si puedes, intenta que el regreso no sea de golpe. A veces, organizar el regreso con margen (por ejemplo, volviendo un par de días antes de trabajar) ayuda a reconectar con la rutina sin sentir que te atropella.
4. Haz hueco a lo que te gusta, también en septiembre
Una parte del malestar viene cuando sentimos que solo hay “deberes” y nada de “placeres”. Intenta no abandonar por completo lo que te ha hecho bien en vacaciones: leer, caminar, dormir más, compartir tiempo con calma…
5. Si el malestar es muy intenso o habitual, pide ayuda
No es normal vivir con angustia constante cada vez que se acerca un cambio. Si lo que sientes te bloquea o te impide disfrutar del presente, puede ser un buen momento para acompañarte con ayuda profesional.
Parar, descansar y volver también se pueden hacer con cuidado.
La ansiedad anticipatoria no habla solo de lo que viene. Muchas veces habla de cómo estás ahora, de cómo te relacionas con tu vida cotidiana, de qué te está faltando y no solo de lo que te espera.
En Scala Psicología podemos ayudarte a entender ese malestar y a vivir los cambios sin que la ansiedad tome el control. Porque volver a la rutina no debería ser motivo de sufrimiento.